Literatura en la adolescencia
Durante la etapa de la adolescencia, la ficción literaria es un factor importante en la construcción del yo. En la soledad de la lectura de obras literarias puede el joven encontrar cuestiones referidas a sus propios afectos, sentimientos, problemas y también las referidas a la sexualidad. Sin embargo, la enseñanza de la literatura en esta etapa va en dirección contraria, a juzgar por su fracaso a la hora de formar lectores al margen de los trámites académicos. El fomento de la lectura pasa por replantear de nuevo el papel de la ficción literaria en el deseo del lector y por redefinir su perfil como materia enseñable asociada a la lengua.
La ficción literaria permite al adolescente vivir varias vidas y afrontar su imaginario y sus deseos en un marco de conocimiento y placer.
1. Lo que se gana con la literatura
La lectura de narraciones desempeña un importante papel en la formación y desarrollo de la personalidad del lector. La madurez comunicativa del sujeto necesita adentrarse en mundos ficticios para contrastar su imaginario con la realidad y construir el sentido de su experiencia. Las historias de ficción permiten proyectar los factores afectivos originarios de nuestra personalidad y ello tiene una incidencia especial en la adolescencia, etapa en donde la dependencia del grupo y la elaboración ficticia de su propia realidad hace que el joven viva una especie de biografía imaginaria. La literatura se inventó como una lucha por el sentido del existir. El hombre contaba cuentos y se contaba a sí mismo Todas las sociedades han buscado ligar el uso de unos contenidos simbólicos con la palabra. Las creaciones literarias, y antes los mitos, las leyendas populares y los cuentos de hadas, han cristalizado como textos narrativos ficticios. Lo que interesa destacar ahora es que estamos ante construcciones verbales que permiten al lector una reelaboración imaginaria de su propio mundo interior, y esto es así porque en la lectura literaria la productividad del texto se sitúa en el choque de nuestro imaginario con realidades ficticias.
2. La construcción del yo adolescente
En la adolescencia el sujeto se enfrenta a cambios tanto en su cuerpo como en su mente. El cuerpo alcanza la madurez sexual reproductora y su mente revive desde el periodo de latencia postinfantil para asumir una primera imagen de personalidad propia. Si al nuevo cuerpo del adolescente no se llega sin dolor, otro tanto le ocurre a la mente que vive tres duelos simultáneos la pérdida de su cuerpo infantil, la pérdida de sus padres de la infancia y la pérdida de su identidad infantil. En este proceso, del cual surgirá una persona transformada, se desarrolla una lucha feroz entre lo que se es y lo que se desea o se imagina que se es.
3. Leer para soñar
Uno de los componentes de la mente adolescente es fantasear. Ante su vida personal y familiar, el joven frecuentemente recurre a una elaboración fantaseada de su propia situación y se la cree hasta el punto de vivirla como real1. Esta biografía ficticia pero vivida en muchos casos como la única real, lleva directamente a la literatura. Soñar es inventarnos a nosotros mismos, imaginar lo que pudimos haber sido y también lo que podremos ser. Soñar es el único modo de hacer que nuestra vida racional se asome al deseo. No hablamos del sueño del que duerme, que nos devuelve temores y deseos inconscientes; hablamos del sueño del despierto, del fantaseo, de la invención de otros mundos y otras vidas.
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